viernes, 30 de marzo de 2007

Madrugada

Se durmió abrazado a ella, hasta que el ruido de la heladera lo trajo a darse cuenta que no estaba en su cuarto plagado de marcas de posters viejos de las 13/20 que hacía años rescató en una limpieza general en casa de su tío Ariel. Se quedó mirando cómo la luz rota por la persiana se recostaba sobre el cuerpo de Lourdes (cuerpo que ella odiaba por el simple hecho de ser el que le tocó). Él sentía demasiado calor y las piernas cansadísimas. Fue a la cocina para sentir algo fresco en sus pies y a tomarse media botella grande Ser llena de agua que había en la heladera, al lado de unos tomates embolsados y adelante de un sobre enorme de una mayonesa que parecía una servilleta de papel arrugada. Bebió sin respirar. Dolor punzante entre las cejas. Al rato se sentó sobre el mármol fresco de la cocina y se puso a mirar los edificios que rodeaban el paisaje de la ventana. Miraba las luces prendidas de algunos, escuchaba los motores de los primeros micros y la respiración acompasada de Lourdes, que le hizo recordar unas vacaciones en Gesell donde, en el silencio de la noche, le gustaba irse solo al patio a fumar y a escuchar las olas que tenia a un par de cuadras. De pronto sintió frío y ganas de sentir la respiración de Lourdes mas cerca de su oído.