jueves, 15 de mayo de 2008

Quince del Cinco

No entiendo cuál es la gracia, qué es lo que tiene de único o notable ese día en particular, a quién se le ocurrió que era una buena idea festejarlo y ni por qué es un evento tan importante cumplir años.
De todas las cosas que uno puede hacer en 365 días que tiene un año, a tus amigos, tu familia, tus conocidos, tus compañeros de trabajo, tu tarjeta de crédito, Amazon y cualquiera que esté al tanto de tu fecha de nacimiento, por alguna razón le parece importante celebrar el hecho de que hayan pasado doce meses más del día en que naciste. O sea, lo único que a las personas que te rodean les parece importante remarcar de un periodo de 8760 horas de tu vida, es que no te hayas muerto.
Que hayas ganado un Nobel, que hayas hecho el trayecto Tartagal-Barrio Norte en moto en 4 horas o que hayas renunciado a tu trabajo diciéndole a tu jefe que es un ser inútil desprovisto de carácter y un filántropo tan extremo de personas de su mismo género que resulta admirable su capacidad de fruición de la parte terminal aparato urinario tal genero -pero en menos palabras y mucho mas coloquiales, por cierto- nos parece magnífico, no creas que no, pero que hayas logrado mantenerte con vida por 525.600 minutos más ...eso es algo para celebrar!
Igual, eso no me perturba tanto como el hecho de tener que abrazar y besar a tanta gente en un solo día y sonreír por un logro que no me enorgullece para nada. Sin embargo, debo confesar que me resulta muy curioso recibir regalos ese día. Sobre todo porque los regalos demuestran que concepción tiene la gente de uno.
Si bien ese es un tipo información que siempre preferiría ignorar, los regalos son la forma menos violenta de saberlo, aunque no menos decepcionante que cualquier otra disponible. Dudo que alguien pueda sostener el entusiasmo al recibir un par de medias de vestir marrón claro, un libro de Bucay, un dvd de Hannah Montana, una camisa hawaiana o un Greatest Hits de Nacha Guevara (si es que existe una monstruosidad de ese calibre) porque el regalador pensó que era justo lo que vos estabas necesitando o queriendo. Esa, sin dudas es una de las crueldades de las reglas de etiqueta, porque tener que agradecer un insulto tan mayúsculo requiere como mínimo de una actuación merecedora de un premio Clarín.
En definitiva, hoy hace cada vez más tiempo que he nacido y todo un récord de que me he logrado mantener con vida. O sea que, de alguna u otra forma no me he puesto en ningún tipo de situación que haya puesto en peligro mi vida, ni he ingerido dosis mortales de nada (evidentemente) ni tampoco he despertado tanto odio en nadie como para que decida eliminarme de este planeta, aunque no me siento ni más sabio, ni con más experiencia y ni siquiera con más anécdotas. Pero, según lo que dicen, tengo que estar muy feliz de que así sea.