jueves, 1 de mayo de 2008

Fútbol

Siempre me intrigó comprender qué es lo que siempre atrajo a los hombres a mirar este deporte durante mucho más tiempo que el que incluso pueden pasar mirando porno. Y estoy complemente seguro que es así, yo creo que si antes de morir Google pudiera hacer un resumen estadístico de todo lo que un ser humano vio hasta el momento previo al fallecimiento, en el hombre promedio, el porcentaje de fútbol visto sería bastante más elevado que el de porno.
Todo tiene su origen en que de chicos todos -casi sin excepción, incluso quienes luego detestaron los deportes- hemos jugado con una pelota, ya sea porque nos la regalaron, o porque otro pibe tenía y nos invitaba a jugar o porque en el jardín siempre algún juego involucraba una pelota. Estos encuentros con tal objeto, sin lugar a dudas tuvieron efecto en nuestras mentes y el simple hecho de ver que alguien pueda manipular correctamente uno de los primeros juguetes que tuvimos en frente y hacer cosas que nunca nos salieron u otras que ni siquiera pensábamos que se podían hacer, definitivamente nos maravilla. Entonces en algún punto dijimos "esto lo tiene que ver más gente!" e hicimos lugares para que varios de esos tipos hábiles se junten a mostrarnos cómo juegan.
El éxtasis de ese momento fue tan grande que les propusimos pagarles para que lo hicieran la siguiente semana. Ahí nos dimos cuenta que había gente en otros lados que seguramente estaría muy interesada en ver una cosa así, entonces llevamos cámaras y gente para que comentara al respecto de todo lo que estaba pasando, por si alguien se perdía alguna parte por mirar hacia otro lado.
Lo anterior mencionado no fue absoluto algo menor ya que, en ese momento, la admiración del futbolista paso a un segundo estadio: no solamente nos parece genial alguien jugando con una pelota junto a otros tipos, sino que ahora nos vuela la cabeza que este tipo pague el alquiler y llene el carrito del super por patear un juguete.
Y esto resume completamente la fantasía masculina de trabajo ideal: su oficina es un campo gigante con pasto siempre bien cortado y verde. Además trabaja una hora y media por semana, su uniforme para ir a laburar es algo con lo que a los 6 cualquiera hubiera salido a boludear por la tarde a la plaza (pantalón corto, remera de varios colores y unas zapatillas re locas, ideales para patear ese círculo que te regaló tu viejo) y lo único que tiene como objetivo laboral es meter la pelota la mayor cantidad de veces en el arco de los tipos que no son compañeros de su grupo de trabajo.
Así todo tiene sentido, pero lo que yo no puedo explicarme para nada es que los oficinistas se junten a jugar a la pelota una vez por semana y pretender jugar un partido en una cancha. Eso, si uno se pone a analizar, es como si los futbolistas se juntaran los lunes a las 8 y media con portafolios, camisa y corbata para pasarse toda la mañana frente a una computadora vendiendo polizas de seguros, haciendo informes, atendiendo clientes en un call center u ofreciendo préstamos y cuentas bancarias sólo por diversión.