miércoles, 23 de enero de 2008

Summertime

Creo que 23 días es un lapso de tiempo considerablemente generoso como para definitivamente llegar a la para nada brillante y obvia conclusión de que el cambio de horario no está funcionando. A decir verdad, me parece que toda esta situación es lo mismo que tener 15 minutos adelantado el despertador "para no llegar tarde" que muchos tienen, pero un poco más drástico. De cualquier manera, sigue siendo la misma mentira: todos nuestros cuerpos saben que en realidad es una hora más temprano. Yo me siento un fraude cada vez que me despierto a las 7 y media y mi mente me dice "pero en realidad son las 6 y media y yo necesito dormir". Y ese es en el mejor de los casos, peor es cuando mi mente se despierta a las 12 y en realidad ya es la una. Al igual que a la noche, siento que estoy almorzando dos veces al día y sabiendo que no hay manera posible de que tenga sueno a las 2 de la mañana cuando positivamente se que es la una. Además, cuando a las 9 de la noche tengo que ir a un bar, me siento un alcohólico irremediable si me pido un fernet y el sol de miércoles todavía está brillando.
A ver: andamos todos idiotas, cansados, escribiendo posts carentes de contenido (como todo este blog), y algunos hasta parándose en la casa de gobierno pidiendo la devolución de la hora que tenemos a crédito en marzo.
El hecho de vivir en esta absoluta patraña temporal es un ejemplo y reflejo mas de que si oficialmente nos dicen algo, nosotros si bien sabemos que no es real, actuamos en consecuencia para que convierta en una realidad a fuerza de la rutina y el acostumbramiento.
Yo creo que hay que hacer una huelga de sueno: nos vamos todos a las sedes de gobierno de nuestras ciudades con almohadas, inductores de sueno, miorrelajantes, una foto de Sabina o lo que sea que te funcione para dormir mucho y nos quedamos tirados e inactivos hasta que nos devuelvan nuestros preciados 60 minutos.